11/04/2019
DANIEL J. OLLERO
El Mundo.es
La ardua tarea de reconstruir Notre Dame del pasto de las llamas se ha convertido en una prioridad nacional en Francia. Una labor que llevará años de trabajo y que ha encontrado un atípico aliado: la tecnología láser y las fotos en 360 grados.
Notre Dame cuenta con una réplica exacta que se encuentra intacta. Un modelado en tres dimensiones realizado por Andrew Tallon, un doctor en historia formando en la Sorbona de París que creó su propio método para mapear catedralesy otros edificios emblemáticos, llegando incluso a descubrir algunos aspectos singulares sobre el templo que resultaban desconocidos hasta la fecha.
Tallon, que falleció prematuramente a los 49 años de edad en Nueva York, se describía a sí mismo como un «obseso» de Notre-Dame. Una fijación por el templo galo que en su juventud le llevó a asistir a todas las clases disponibles de arquitectura medieval durante sus primeros estudios universitarios -que eran sobre música- en Princeton.
Combinando sus conocimientos técnicos e históricos, Tallon pasó más de cinco días consecutivos trabajando en mapear los exteriores y el interior de la catedral de Notre Dame desde todos los ángulos posibles. Para ello, utilizó un escáner láser -que realiza las mediciones- y una cámara para hacer fotografías esféricas.
El medidor láser de Tallon, tiene un funcionamiento similar a una cámara: se coloca sobre un trípode, se apunta hacia la dirección deseada y, al activarse, realiza un barrido sobre la superficie. El escáner recoge la distancia entre cada punto que ha marcado y el aparato. De este modo, cada medición se convierte en un punto de color que, que junto a otros millones, contribuyen a formar una imagen tridimensional de la catedral. «Si lo has hecho bien, el margen de error es inferior a los 0,5 centímetros», aseguraba Tallon en una entrevista poco antes de morir de cáncer.
Tallon no fue el primero en intentar mapear una catedral un láser. Los primeros en intentarlo fueron dos investigadores de Columbia, Peter Allen y Stephen Murray, que emplearon una técnica similar en la catedral de Beuvais al norte del Francia. Sin embargo, pese a que consiguieron hacer sus mediciones de forma correcta, no fueron capaces de trasladar los datos a un modelo tridimensional.
MILES DE MILLONES DE LÁSERES SOBRE UNA FOTO EN 360 GRADOS
Para superar este escollo, Tallon realizó fotografías panorámicas con forma de esfera desde cada uno de los 50 puntos en los que colocó al láser para hacer los barridos. De este modo, ambos aparatos (la cámara y el escáner) capturaban el mismo espacio en tres dimensiones. Una vez terminadas las mediciones, Tallon combinaba ambas técnicas de forma que cada pixel de la foto coincidiese con los puntos de lectura del escáner. En total, el escáner midió más de mil millones de puntos en la catedral que fueron trasladados a las fotografías.
El resultado obtenido fue una serie de imágenes, que combinadas entre sí dieron lugar al modelo tridimensional más exacto de Notre Dame que jamás se elaborado, que además de a su futura reconstrucción, contribuyó al campo de la historia del arte con singulares revelaciones.
Tallon demostró gracias a sus mapas con láser que las columnas y los pasillos de la parte este de la catedral no se encuentran perfectamente alineados porque los constructores medievales decidieron construir esa parte del templo aprovechando los cimientos y parte de la estructura del edificio que antes se encontraba en el lugar de Notre Dame, en lugar de demolerlos y poner nuevos cimientos.
El atajo de mantener los cimientos, que Tallon calificaba de «chapuza total», podría haber tenido catastróficas consecuencias para la estructura del templo ya que, durante su construcción, los muros construidos sobre los cimientos antiguos se encontraban inclinados hacia el norte, llegando a provocar un desnivel un algunos puntos de 30 centímetros respecto a la vertical, y los constructores se vieron obligados a darse un respiro durante varios años (Tallon barajaba una pausa de varias décadas en base a un cambio de estilo arquitectónico), hasta que los albañiles medievales fueron capaces de continuar con la construcción del lado oeste que, pese a sus deficiencias, ha logrado sobrevivir sin daños estructurales al fuego.