ARTÍCULO TÉCNICO - Cómo la aplican: Los arquitectos más famosos están usando la inteligencia artificial para cambiar los lugares de trabajo
Con más trabajadores híbridos y nuevas necesidades de oficina, algunas firmas como Zaha Hadid Architects están recurriendo a la inteligencia artificial para encontrar soluciones.
09/02/2023
Uli Blum parado junto a un integrante de su equipo visualizando cómo será la interacción y localización de los empleados en el estudio de Zaha Hadid en Londres.
"Llevo 24 años diseñando lugares de trabajo", comentó el arquitecto Arjun Kaicker. "Y he visto más cambios en los últimos 24 meses que en toda mi carrera".
Kaicker codirige Zaha Hadid Analytics + Insights, o ZHAI, un equipo de cinco personas queutiliza datos e inteligencia artificial (IA) para diseñar lugares de trabajo. El equipo forma parte de Zaha Hadid Architects, la empresa fundada por la influyente arquitecta Zaha Hadid en Londres, en 1979. "La pandemia ha impulsado la innovación en los lugares de trabajo", afirmó Kaicker en una reciente entrevista remota desde Atlanta.
Antes, "la mayoría delos edificios de oficinas tenían un escritorio de talla única para todos y el mismo entorno a su alrededor, todo era igual", señaló. Ahora que la gente ha regresado a sus escritorios, "pide más opciones, más personalización y más movilidad".
Para enfrentar el cambiante panorama laboral, la empresaha recurrido a la IA para ayudar a sus arquitectos en el proceso del diseño de mejores edificios de oficinas y espacios que se adapten a las necesidades individuales de los trabajadores.
Aunque muchos estudios de arquitectura de todo el mundo usan datos digitales de esta manera -como Foster + Partners, también con sede en Londres, y las firmas estadounidenses HOK y NBBJ-, Zaha Hadid Architects es uno de los pocos que cuenta con un equipo interno especializado.
Fuente: www.lanacion.com.ar
Construyendo ciudades inclusivas: hacia un paradigma urbano sostenible
En la sociedad actual, existe un amplio consenso sobre el cambio global, un fenómeno innegable impulsado principalmente por la actividad humana. Este cambio se refiere a los impactos a escala planetaria derivados de la influencia humana en el medio ambiente, conocido como antropización. Entre las manifestaciones más notables se encuentran el cambio climático, la desertificación y la pérdida de biodiversidad.
Sin embargo, en el modelo de desarrollo contemporáneo, hay un aspecto que oculta la falta de calidad de vida en países o sectores que no se encuentran en las esferas privilegiadas. Estos suelen ser proveedores de recursos naturales en los procesos de producción y reproducción capitalista. El desarrollo desigual está relacionado con la distribución global de recursos, como tierras, vegetación, minerales, climas y biodiversidad animal, aunque no está determinado únicamente por ello. Algunas regiones ricas, como Norteamérica, se han convertido en potencias industriales, mientras que otras, como África Central, no han logrado aprovechar plenamente sus reservas naturales.
A partir de la década de 1980, grandes grupos empresariales y financieros, junto con gobiernos de diferentes países, impulsaron la creación de una regulación internacional de comercio conocida como la Organización Mundial de Comercio (OMC). Esta regulación se diseñó para facilitar los flujos internacionales de bienes y servicios de las empresas multinacionales. Sin embargo, también protege los intereses de los inversionistas frente a decisiones gubernamentales que podrían tener impactos negativos en la salud o el medio ambiente. Como resultado, los defensores de intereses comerciales han utilizado la OMC para socavar iniciativas sostenibles, argumentando que estas medidas imponen requisitos de abastecimiento local de factores productivos, contratación de mano de obra local o integración de empresas locales en la cadena de suministro de industrias extranjeras. En última instancia, los intereses del "libre comercio internacional" se han colocado por encima de los esfuerzos por abordar la crisis climática y también han obstaculizado los intentos de promover la industrialización nacional en los países en desarrollo.
A lo largo de la historia del capitalismo, se han señalado las contradicciones ambientales, especialmente su incapacidad para sostener un crecimiento económico continuo en un mundo de recursos finitos. Esta postura dualista se basa en un fuerte antropocentrismo, donde la naturaleza se considera simplemente como un conjunto de recursos destinados a ser utilizados para el crecimiento económico, sin tener en cuenta sus límites. El medio ambiente natural se valora por su utilidad y se amplía el concepto de mercancía para incluir a la naturaleza misma. Se cree que el bienestar humano y la felicidad se lograrán a través de la propiedad y el consumo de bienes materiales, lo cual tiene impactos tanto en el ámbito ambiental como en el social.
En este contexto, nos enfrentamos a una profunda crisis civilizatoria caracterizada por la sobreexplotación ecológica, el empobrecimiento y los retrocesos democráticos, que se reflejan en altas concentraciones de riqueza y poder en minorías sociales. Esta situación nos exige dar un salto de transición basado en la equidad y la justicia, que nos permita reparar los cambios irreversibles y detener aquellos elementos de deterioro que aún sea posible frenar. No podemos concebir una sociedad saludable en un entorno de ecosistemas degradados, ni confiar únicamente en el capital económico y la tecnología para regenerar los sistemas naturales que nos proveen alimentos, agua y oxígeno. Por lo tanto, es fundamental abordar las prioridades y urgencias del momento, sin perder de vista la interdependencia crítica entre el bienestar económico, social y ambiental, así como sus interrelaciones.
La adaptación de los territorios y asentamientos urbanos frente a la crisis civilizatoria
La ciudad se define como un asentamiento que cumple funciones geopolíticas, administrativas, económicas y culturales, las cuales se reflejan en su arquitectura y configuración urbana. Es un espacio densamente poblado en el que predominan las actividades comerciales, industriales y de servicios comunitarios. Aunque solo ocupa el 2% de la superficie terrestre total, alberga al 60% de la población mundial. Por lo tanto, el papel de las ciudades es fundamental en el proceso de transición hacia un paradigma sostenible.
El científico ambiental transdisciplinario Carl Folke, explica que existen cuatro medidas esenciales para mejorar la resiliencia y reducir la vulnerabilidad de los sistemas socioecológicos: aprender a vivir con el cambio y la incertidumbre, fomentar la diversidad para la reorganización y la renovación, combinar diferentes tipos de conocimiento para el aprendizaje, y crear oportunidades para la autoorganización de los ecosistemas y la gobernanza de una nueva sociedad. Estas medidas adquieren una importancia particular en las grandes metrópolis de los países desarrollados debido a los impactos generados por sus actividades económicas e industriales.
La crisis civilizatoria ha sido reconocida en la agenda pública a nivel multilateral y nacional desde la creación del Convenio Marco sobre el Cambio Climático (UNFCCC) a principios de la década de 1990. Aunque los procesos de cambio están proyectados para las próximas décadas, donde la mitigación puede tener influencia en los cambios a largo plazo, la adaptación de los territorios y los asentamientos humanos es prioritaria a corto y mediano plazo, especialmente debido a la concentración y vulnerabilidad de sus habitantes.
En el contexto actual, tenemos la oportunidad de abordar el cambio global de manera que los ecosistemas sigan proporcionando servicios inagotables a través de sistemas resilientes que enfrenten la crisis y sigan desarrollándose. Esto implica mantener la diversidad y redundancia de los sistemas, gestionar su conectividad, mejorar las variables y las retroalimentaciones a largo plazo, fomentar el pensamiento complejo de sistemas adaptativos y el aprendizaje, promover la participación colectiva y establecer sistemas de gobierno policéntricos.
Las ciudades desempeñan un papel fundamental en el sistema territorial, ya que son centros de demanda de energía, agua, alimentos y servicios, y lugares de tránsito y flujo constante. Los enfoques sectoriales de sostenibilidad relativos, orientados únicamente a productos y soluciones de infraestructura, resultan insuficientes. En cambio, es crucial que los responsables de la toma de decisiones en los centros urbanos tengan la capacidad de coordinar respuestas adecuadas a corto, mediano y largo plazo, lo que influirá en la eficiencia urbana y en la calidad de vida de sus poblaciones. Estas respuestas deben ser lo suficientemente flexibles para adaptarse a las condiciones particulares de cada etapa y estar en línea con la evolución urbana en sí misma.
El Urbanismo Feminista: Transformando las ciudades hacia la igualdad de género y el bienestar para todos
Hasta ahora, la concepción urbana de las ciudades se ha basado en criterios desarrollistas que han dejado de lado el bienestar humano. Esto ha generado desigualdades en términos de clase, género, origen y edad, además de provocar una disminución en la calidad de vida urbana. Se han observado impactos negativos como la contaminación del aire, el aumento de la pobreza y la marginación de grupos sociales. Además, se ha ignorado y subestimado la importancia de la biodiversidad urbana y la presencia de la naturaleza en las ciudades. Las arquitecturas y los espacios públicos han sido diseñados desde una perspectiva neutral y distante de la complejidad y la profundidad de la realidad urbana.
Es fundamental que la configuración urbana tome en cuenta la singularidad de sus habitantes. Sin embargo, en la planificación urbana se ha dado prioridad al desarrollo de ciertas actividades mientras que se han marginado otras, esperando que se resuelvan por sí solas. En las ciudades contemporáneas, se puede observar una especialización de las áreas públicas, categorizadas como espacios productivos asociados al ámbito público y espacios reproductivos asociados al ámbito privado, lo que refuerza la separación y la división de género en el trabajo. Si bien el sector reproductivo permite la subsistencia física y afectiva de las personas, los valores de prestigio, autonomía y poder de decisión se concentran en el sector productivo.
Estas cuestiones tienen un impacto negativo en la calidad de vida y la cotidianidad de las personas que desempeñan actividades reproductivas relacionadas con el ámbito doméstico, que en su mayoría son mujeres. A lo largo de la historia, las mujeres han asumido funciones que las posicionan como catalizadoras de minorías sociales, pero han sido completamente pasadas por alto en el diseño de las ciudades contemporáneas. Aunque actualmente hay una tendencia hacia la distribución equitativa de las tareas del hogar, en América Latina aún son las mujeres quienes se encargan del cuidado de los grupos más vulnerables de la sociedad. Por lo tanto, el desafío urbanístico no solo implica visibilizar todos los roles, sino también establecer un sistema que conecte al personal técnico y a todos los actores involucrados en la toma de decisiones de una ciudad inclusiva y compleja. "Para lograr una sociedad más justa y equitativa, es necesario cambiar el paradigma urbano y comenzar a construir una ciudad cuidadora, donde la sostenibilidad de la vida sea el centro de las decisiones urbanas", señala la socióloga especialista en ecología humana y población, Blanca Valdivia.
El Urbanismo Feminista es un enfoque que busca analizar y transformar las ciudades desde una perspectiva de género, reconociendo las desigualdades y discriminaciones que enfrentan las mujeres y otros grupos marginalizados en el espacio urbano. Su objetivo es crear entornos urbanos más inclusivos, seguros y accesibles, que promuevan la igualdad de género y el bienestar de todas las personas. Este enfoque cuestiona y transforma las dinámicas patriarcales presentes en el diseño urbano, el transporte, la vivienda y los espacios públicos, entre otros aspectos, con el fin de fomentar la participación activa de las mujeres en la toma de decisiones y la planificación de las ciudades. Reconociendo que las experiencias y necesidades de las mujeres difieren de las de los hombres, el Urbanismo Feminista busca crear ciudades más equitativas y sostenibles, donde todas las personas puedan disfrutar plenamente de sus derechos y oportunidades.
Conclusión
Como profesionales formados en arquitectura y urbanismo, desempeñamos un papel fundamental en la reconstrucción de ciudades alternativas que puedan garantizar un estilo de vida digno para una sociedad diversa. Para lograrlo, es necesario estudiar los modos de vida, producción, organización territorial, distribución de la riqueza y las responsabilidades del cuidado de las personas. Desde la perspectiva feminista, podemos explorar el modelo existente y construir narrativas físicas, verbales y gráficas que rompan con la idea de una única forma de ciudad. Los estudios de género revelan realidades diversas que son esenciales para construir un mundo más justo con igualdad de oportunidades.
Ante la realidad actual, el cambio de paradigma urbano es urgente para que las personas puedan satisfacer sus necesidades particulares en las ciudades, donde los cuidados y la sostenibilidad de la vida estén en el centro de las decisiones urbanas. Debemos repensar la ciudad construida y abordar sus vacíos resultantes con el objetivo de definir arquitecturas y urbanismos inclusivos que atiendan a todos los estratos de la sociedad, teniendo en cuenta las diferencias culturales y adaptándose a las necesidades específicas de cada género.